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  1. A la deriva. [Cuento - Texto completo.] Horacio Quiroga. El hombre pisó algo blancuzco, y en seguida sintió la mordedura en el pie. Saltó adelante, y al volverse con un juramento vio una yaracacusú que, arrollada sobre sí misma, esperaba otro ataque.

  2. El hombre se bajó hasta la mordedura, quitó las gotitas de sangre, y durante un instante contempló. Un dolor agudo nacía de los dos puntitos violetas, y comenzaba a invadir todo el pie. Apresuradamente se ligó el tobillo con su pañuelo y siguió por la picada hacia su rancho.

  3. A la deriva es un brevísimo cuento dramático del autor Horacio Quiroga. De estilo preciso y directo, con una prosa sobria, narra la desesperación de un hombre por sobrevivir a la mordedura de una víbora venenosa, aún cuando su destino ha sido escrito en cuanto la criatura ha clavado en él sus colmillos.

  4. «A la deriva» cuento de Horacio Quiroga publicado originalmente el 7 de junio de 1912 en «Fray Mocho», es una narración que nos sumerge en la desesperada lucha de un hombre contra los efectos mortales del veneno de una serpiente y su solitaria confrontación con la inevitabilidad de la muerte.

  5. A la deriva es un cuento del escritor uruguayo Horacio Quiroga, publicado en el libro Cuentos de amor de locura y de muerte de 1917. Resumen. Paulino fue mordido por una yararacusú, una serpiente venenosa. Luego de la mordedura, él la mata con su machete para evitar ser mordido nuevamente y le destroza las vértebras.

  6. ¿De qué trata del cuento A la deriva, de Horacio Quiroga? Este cuento dramático de Horacio Quiroga desarrolla la lucha de un hombre por sobrevivir a los numerosos peligros que encierra la Naturaleza salvaje. En su caso, hace todo lo posible por salvar la vida después de que una serpiente le pique en un pie. Cuentos latinoamericanos. De ...

  7. La canoa del hombre se encuentra a la deriva. Él comienza a sentirse mejor: “La pierna le dolía apenas, la sed disminuía, y su pecho, libre ya, se abría en lenta inspiración” (148). El narrador dice que “el veneno comenzaba a irse, no había duda” (148). Sin embargo, el hombre comienza a delirar.