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  1. Rima XXXIV. +. - Escuchar este Poema. Cruza callada, y son sus movimientos. silenciosa armonía: suenan sus pasos, y al sonar recuerdan. del himno alado la cadencia rítmica. Los ojos entreabre, aquellos ojos. tan claros como el día; y la tierra y el cielo, cuanto abarcan, arden con nueva luz en sus pupilas. Ríe, y su carcajada tiene notas.

  2. Cruza callada, y son sus movimientos. silenciosa armonía; suenan sus pasos, y al sonar, recuerdan. del himno alado la cadencia rítmica. Los ojos entreabre, aquellos ojos. tan claros como el día; y la tierra y el cielo, cuanto abarcan, arde con nueva luz en sus pupilas. Ríe, y su carcajada, tiene notas.

  3. Rima xxxiv. de Gustavo Adolfo Bécquer. Cruza callada y son sus movimientos silenciosa armonía; suenan sus pasos, y al sonar recuerdan del himno alado la cadencia rítmica. Los entreabre, aquellos ojos tan claros como el día, y la tierra y el cielo, cuando abarcan, arden con nueva luz en sus pupilas.

  4. Rima XXXIV. Cruza callada, y son sus movimientos. silenciosa armonía; suenan sus pasos, y al sonar, recuerdan. del himno alado la cadencia rítmica. Los ojos entreabre, aquellos ojos. tan claros como el día; y la tierra y el cielo, cuanto abarcan, arde con nueva luz en sus pupilas. Ríe, y su carcajada, tiene notas. del agua fugitiva;

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    i: i. XXXIV. Silenciosa armonía: Tan claros como el día; Del agua fugitiva; De ternura infinita. El color y la línea, Guarde oscuro el enigma, Obtenido de « » Categorías: P1885. 100 p.m.a. Publicado en España. ES-R. Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer.

  6. Rima XXXIV. Cruza callada, y son sus movimientos. silenciosa armonía; suenan sus pasos, y al sonar, recuerdan. del himno alado la cadencia rítmica. Los ojos entreabre, aquellos ojos. tan claros como el día; y la tierra y el cielo, cuanto abarcan, arde con nueva luz en sus pupilas. Ríe, y su carcajada, tiene notas. del agua fugitiva;

  7. Rima XXXIV. Cruza callada y son sus movimientos. silenciosa armonía; suenan sus pasos, y al sonar recuerdan. del himno alado la cadencia rítmica. Los entreabre, aquellos ojos. tan claros como el día, y la tierra y el cielo, cuando abarcan, arden con nueva luz en sus pupilas.