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  1. Originado en la Baja Edad Media española, el personaje de Pedro Urdemales es el arquetipo del pícaro que engaña hasta al diablo. En el contexto de una cultura popular que valora altamente la astucia como forma de supervivencia y ascenso social, las aventuras de un pillo como Urdemales no podían dejar de tener una aceptación más que universal.

  2. 2. Pedro y el Diablo en el puente. En otra ocasión, el Diablo, harto de las bromas de Pedro, decidió enfrentarlo. Así, lo desafió a que pasara una noche en un puente sin mostrar miedo. Si Pedro mostraba temor, su alma sería del Diablo. Pedro aceptó, pero con una condición: podría llevar consigo un saco.

  3. Queda demostrado que nuestro Pedro Urdemales, a quien tanto celebra el pueblo por las infinitas diabluras que se le atribuyen, también es de nacionalidad española, siendo por su antigüedad casi tan venerable como el Rey Perico, Maricastaña, la sarna y el tabaco [7].

  4. 8 de nov. de 2017 · Un cuento popular latinoamericano. En una ocasión el diablo trabajó una noche entera limpiando una hectárea de pampa. Sacó todos los troncos y emparejó la tierra. A la mañana siguiente decidió sembrar papas en sociedad con Pedro Urdemales. Pasó el tiempo y llegó la época de la cosecha.

  5. Urdemales (1) y el vulgo chileno Pedro Urdimale, Uli- male o Undimale, se le nombra en la Lozana Andaluza, famoso libro espafiol publicado en 10s comienzos del siglo XVI (2); y el maestro Gonzalo Correas, que escribi6 su Vocabulario de Refranes en el primer tercio del siglo XVII, dice de 61: “Pedro de Urdimalas.

  6. Origen. El origen de este personaje está en las leyendas medievales españolas. Gregorio de Argaiz 2 y Juan Ferreras 3 lo identificaron con el líder bagauda Burdunello, sublevado a finales del s. V en Zaragoza contra el rey Alarico II.

  7. 25 de nov. de 2005 · CUENTO DE PEDRO Y EL DIABLO . PUETA . Un día cualquiera entre los días, recibió Pedro un mensajero. Y el mensaje era del Diablo que le retaba a duelo. A tal efecto lo invitaba a Talagante y Pedro, que al Diablo no temía, echó a la espalda el atado, al ojo el sombrero y al camino los pies. Y yendo de camino escuchó una vocecita.