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  1. bién existen cabezas de llamas muy bien esti- lizadas y vasijas de cuerpos asimétricos y en algunos casos esta ceråmica tiene una aplica- ción de un engobe rojo pero muy débil. A este tipo de cerámica la hemos denominado Chiza por el lugar donde la hemos descubier- to (sitio-tipo) . Hasta la fecha esta cerámica

  2. Aunque la alfarería fue uno de los artes que más se desarrolló en el mundo andino prehispánico, la cerámica Inca se destacó por ser totalmente distinta al resto. Qué aspectos distinguieron a la cerámica Inca.

  3. 32 Los casos de pintura post-cocción están restringidos a un tipo cerámico de la época Inca, de color negro pulido elaborado en ambiente reductor que emplea incisiones y estampados. Los colores post-cocción empleados son el blanco y el rojo ubicados al interior de las incisiones y como resalte de elementos escultóricos como los ojos.

  4. La cerámica inca se caracteriza por sus superficies pulidas, su fina decoración representativa de tendencia geométrica y el uso de los colores amarillo, negro, blanco, rojo y anaranjado. Solían pintar rombos, líneas, círculos, animales y frutos estilizados, así como plantas y flores.

  5. el estilo Saxamar o Inca Pacajes marcaría el inicio de la incanización por parte de las poblaciones altiplánicas (Llagostera 1976; Muñoz y Chacama 1988; Muñoz et al. 1987; Santoro et al. 1987). Quizás la cerámica emblemática sea la escudilla en negro sobre rojo Saxamar (Dauelsberg 1961) decorada con líneas onduladas, semicírculos y

  6. 15 de may. de 2010 · La cerámica Inca fue pintada con numerosos motivos o graficos, incluido aves, felinos, llamas, jaguares, alpacas, abejas, mariposas, diseños geométricos y tambien seres humanos y mitologicos.

  7. Gran parte de la cerámica Inca Pacajes-Saxamar recuperada en sitios incaicos del Altiplano boliviano y del norte de Chile contiene fragmentos de vulcanitas (Ramos Vargas, 2018; Szilágyi et al., 2012). En el NOA, se ha reconocido una diversidad de pastas para este estilo, aunque con predominio de litoclastos volcánicos (Cremonte et al., 2015).